¿Por qué y para qué soñamos?

2016-03-23
¿Por qué y para qué soñamos?
Si a lo largo de la evolución los seres humanos, los demás mamíferos y algunas aves han desarrollado y mantenido la capacidad de soñar cabe suponer que los sueños se producen por alguna razón, un porqué, y también para satisfacer una necesidad, un para qué.
La teoría de la satisfacción de expectativas parece ser la que da mejor respuesta a estas preguntas y soporta mejor el conjunto de críticas que se pueden hacer a las anteriores teorías que son muy cuestionables. Según esta teoría elaborada por Joe Griffin en 1993, los sueños son la respuesta de la naturaleza a algunos problemas que las emociones, o expectativas, causan a los seres humanos y algunos animales.
El estrés, por ejemplo, es causado por una acumulación de activaciones en el sistema nervioso autónomo que no son desactivadas realizando las acciones necesarias. La función de los sueños es pues representar metafóricamente las activaciones emocionales (o expectativas) y darles algún tipo de respuesta que no se ha podido llevar a cabo durante el día. Al soñar completamos el circuito de activación desactivación para despertar al día siguiente con nuestro sistema nervioso central e instintos intactos.
Si tenemos expectativas favorables tenemos sueños felices, pero cuando este sistema se ve saturado y el proceso de soñar no puede sobreponerse a la cantidad de expectativas negativas (como cuando las personas están en un estado de preocupación permanente), el sueño se ve desequilibrado, los sueños son terribles dando paso a las pesadillas y la depresión puede aparecer.
Esta teoría de la satisfacción de expectativas es la primera de las teorías viables que establece porqué evolucionamos para soñar. Ofrece una síntesis global de la interdependencia entre biología y psicología que explica el origen evolutivo de los sueños y lo que hacen cada noche por nosotros. Desde su aparición en 1993 no ha sido rebatida y ha sido capaz de resistir e incluir los descubrimientos que se han producido en este campo desde entonces.
Esta teoría sostiene que los sueños aparecen a partir de las emociones que experimentamos durante el día que no han podido ser satisfechas y así desactivadas en el sistema nervioso autónomo.
Es fácil comprobar esto en nosotros mismos, por ejemplo: si nos enfadamos con nuestro jefe y damos expresión a nuestro enfado con él, esa ira desaparece. Pero si tenemos que contenernos y no podemos dar rienda suelta a nuestro enfado porque, en este caso, probablemente seríamos despedidos. Este enfado y su descarga tendrán una expresión metafórica en un sueño.
Por lo tanto, soñar evolucionó porqué humanos y animales necesitaban la habilidad de inhibir las activaciones cuando era necesario dejando su desactivación para más tarde, cuando no podía causar daño. Si esto no se produjera el cerebro no estaría liberado para tratar con acontecimientos emocionalmente activadores al día siguiente.
Otra función primordial de los sueños es preservar la integridad de los instintos que han sido programados en nosotros. Si nuestros instintos son constantemente inhibidos durante el día podemos de alguna manera liberar esta inhibición cuando soñamos preservando así su existencia, sin este mecanismo tenderían a desaparecer.
Los sueños están muy ligados a la fase REM (Rapid Eye Movement) del sueño. Las personas despertadas en esta fase son capaces de recordar lo que estaban soñando el 80% de las veces si son despertadas en otras fases del sueño sólo recuerdan estar soñando el 7%.
Esta fase REM se produce ya en el útero materno y parece ser que es cuando la madre nos transmite y programa en nosotros los comportamientos instintivos. Todos sabemos respirar, succionar, llorar. . . ya cuando nacemos. Es en este estado REM cuando “aprendemos” todos estos comportamientos.
Los bebes sonríen y hacen muecas mientras duermen. Incluso practican la respiración dentro del útero materno. La fase REM es muy intensa y prolongada en los meses anteriores al nacimiento y en nuestros primeros años de vida.
Los sueños permiten suprimir los daños en nuestros patrones que supondría la inhibición constante de nuestros instintos. Las personas han de reprimir sus instintos, sexuales y agresivos por ejemplo, casi constantemente mientras crecen, es la base de nuestra sociedad. Sólo pueden manifestarse en determinadas circunstancias, tenemos reglas y limitaciones muy estrictas sobre ellos.
En algunos lugares y en determinadas familias las inhibiciones son enormes. Si no pudieran manifestarse de alguna manera estos impulsos y con ellos la raza humana acabarían desapareciendo. Las personas tenemos que mantener nuestra capacidad de ser impulsivos y apasionados.
Un niño educado en un ambiente muy autoritario vería su ira sencillamente desaparecer. Al abandonar su familia su capacidad de expresar indignación o rabia no existiría. La naturaleza tiene la capacidad de reparar los efectos de las excesivas inhibiciones soñando. Cada día por la noche al liberar y manifestar nuestros impulsos mantenemos su integridad y existencia a pesar de las inhibiciones del entorno.
Las razones por las que los sueños tienen un contenido metafórico son diversas. Es evidente que el cerebro no puede generar “el mundo real” sin estar en contacto con el entorno. Por lo tanto al estar nuestros sentidos desconectados mientras soñamos, el cerebro busca satisfacer sus expectativas a partir de recuerdos que guardan cierta semejanza con los modelos de activaciones no resueltas.
Así probablemente en nuestros sueños no aparecerá nuestro jefe actual, sino alguna figura que represente la autoridad. Por esa razón los sueños parecen tan extraños, son generados a partir de recuerdos e imágenes que proceden del conjunto de nuestra vida aunque se refieran a activaciones no satisfechas del día anterior.
Además si el contenido de los sueños se ajustara a la realidad tendríamos problemas para saber si hemos hecho algo o sencillamente lo hemos soñado. Imagina que te sientes atraída por ese nuevo, joven y atractivo compañero de trabajo. Como ocurre a menudo en los sueños estas activaciones se ven satisfechas de manera simbólica. Si el contenido del sueño fuera muy real probablemente al día siguiente la situación en el trabajo sería embarazosa y muy confusa.
Este enfoque, permite una manera verosímil de satisfacer el lógico deseo de interpretar y comprender nuestros sueños.
La prueba definitiva de la teoría de satisfacción de expectativas la tendrás si eres capaz de utilizarla en tu vida. Lo primero que necesitas es recordar tus sueños. Vamos a asumir que recuerdas un sueño, es raro el soñador que puede ver inmediatamente de que trataba el sueño. Paradójicamente si se lo cuentas a alguien que te conoce y sabe lo que te sucedió el día anterior verá la conexión antes que tú. Hay varias razones para esto, en primer lugar la activación de esas imágenes de los sueños ya está desactivada y es más difícil que recuerdes lo que te sobresaltó
La clave para interpretar de qué trataban los sueños es su emoción. La emoción en la historia de los sueños, está siempre relacionada con lo que sentiste pero no llegaste a alcanzar o realizar el día anterior. Por lo tanto tienes que realizar un viaje de autoreflexión hacia la historia de lo que te pasó el día anterior y descubrir esa conexión.
No es fácil pero aquellos que tienen éxito son capaces de conseguir un precioso elemento para una mejor comprensión de ellos mismos y sus vidas. Si los sueños son recurrentes, es porque te encuentras en una situación similar y quizás estás siendo acosado por la misma situación o puesto a prueba de la misma manera. Estás usando la misma o una metáfora muy similar para desactivarte.
¿Qué pasa con los sueños que recordamos? Podemos plantearnos si por el hecho de recordarlos, el trabajo que realizan para garantizar nuestro equilibrio se pierde. La respuesta es no, porque la activación es desconectada cuando la expectativa se ve, metafóricamente, satisfecha.
Como hemos visto al realizar soñando las activaciones emocionales a las que no hemos podido dar satisfacción durante el día disminuimos nuestros niveles de estrés y equilibramos nuestros instintos. Además estos instintos son mantenidos mientras dormimos porque al soñar los satisfacemos simbólicamente.
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